sábado, 18 de julio de 2015

OPORTUNIDAD DE TRABAJO

Esta  historia  de  la  vida  real   espero que   por  lo menos  les  haga  esbozar  alguna  sonrisa:



 OPORTUNIDAD DE TRABAJO




            Se puede estar mucho tiempo sin ver a Carlos y Ruperto, pero cuando la ocasión llega, siempre viene con el bono extra de una experiencia enriquecedora para bien o...  no tan bien.  Y no fue excepción el año de 199...  que después de tres meses sin saber de mis amigos, recibí una llamada suya, en la cual, me dijeron, tenían una oportunidad de trabajo.  Conociendo bien a mis camaradas, supe de inmediato que algo extraño tenía que haber detrás de tan formal invitación, no obstante, no pude resistirme y me aparecí en la dirección que me indicaron.  Se trataba de un localcito instalado como oficina en uno de los edificios estilo caracol del centro de Santiago.  Algunos escritorios, pocas sillas, cinco estantes con muchas carpetas y un teléfono, constituían todo el mobiliario.  No es en absoluto sorprendente, excepto por la presentación del todo, inusual en Carlos y Ruperto: En efecto, vestidos formalmente, traje, corbata, bien afeitados, pasaban por honorables miembros de la sociedad chilena.  Cuando me vieron llegar me saludaron efusivamente:
            - Hermanito, qué bueno que viniste, y llegaste pero justo a tiempo, porque la gente aún no llega.
            - Gracias, Carlos ¿de qué se trata esto? Ustedes parecen gente de la dimensión cinco.
            - ¡Es justo y necesario! – sentenció Ruperto desde un rincón usando las palabras de la santa misa.
            - Te contamos en breve –inició Carlos- nuestro proyecto innovador.  Se trata, a nuestro juicio, de una labor en dos partes.  Como te dije por teléfono, es una oportunidad de trabajo.  La primera parte consta de dos momentos, una, ponemos un aviso en el diario.
            - Como este -señaló Ruperto, lanzándome un ejemplar de “Hechos del Día”, uno de los tantos periódicos locales:
           
“¿Quieres encontrar trabajo? Ven, tráenos tu currículum vitae, fotocopia del carné de identidad por ambos lados, certificado de antecedentes, y una reseña de tus aspiraciones laborales, junto a tus expectativas en cuanto a la remuneración.  La entrevista personal es obligatoria.  Nuestras oficinas se encuentran en...”

            - ¡Vaya! –exclamé- preciso, conciso, concreto.
            - Sin adornos, mi viejo, sin adornos –puntualizó Carlos.
            - Así que ustedes buscan trabajo para otras personas.  Increíble, entonces supongo que la segunda parte del Proyecto es comenzar a repartir los currículum, fotocopias y demás documentos por las diferentes empresas que pudieran contratar a esta gente.  ¡Brillante! Pero y ustedes ¿qué ganan?
            - Bueno –quiso aclarar Ruperto- como lo describes es más o menos como funciona el negocio.  Lo que de verdad resulta estimulante es llegar al fin del día con mucha gente feliz en sus casas, llena de esperanzas y posibilidad.
            Entonces me percaté que algo no era como se suponía que debía ser.
            - ¿Qué pasa aquí? ¿No le buscan trabajo a la gente? ¿Y la oportunidad de trabajo?
            - A su tiempo, hermanito, a su tiempo, ya verás que todas las partes terminan felices.  Y basta de cháchara.  Ruperto, llegó la primera persona.  Dentro de unos segundos, esto se convertirá en un pandemonium.
            Carlos no exageró, a los pocos minutos la oficina estaba llena con una fila muy larga afuera.  Una a una las personas que venían, con una cierta carga de angustia, dejaban sus ilusiones plasmadas en el papel y se iban encomendándose a san Según-Corresponda. 
En tiempos difíciles como los nuestros, la búsqueda de trabajo es una de las más traumantes experiencias.  Una cruz impuesta que debes vivir solo.  Primero buscas alguna posibilidad en el diario, luego te arreglas lo que puedes, y por último te lanzas hacia una entrevista de la que no sabes el resultado.  No es emocionante, es patético.  Para algunos que la penitencia termina el primer día en la primera tentativa, pero para la mayoría, la cosa puede alargarse por más tiempo de lo que uno supone.  Conozco algunos que llevan años intentándolo.
            Como pude observar, desde mi estratégico puesto en “informaciones”, junto al teléfono, las personas tienen diferentes maneras de reaccionar ante la experiencia de buscar trabajo.  Por ejemplo, algunos venían muy bien vestidos, con la frente en alto, no hablan, la mayoría suele leer el diario.  Gente que por algún motivo se sentía diferente a los demás, no les gustaba reconocer que estaban en la misma fila que los otros, y que toda su altura, su distinción y superioridad, en la vida real, era nada.  Cuando debían entrevistarse con Carlos o Ruperto, su tono de voz era seguro, más bien alto, trataban de llevar el tema hacia donde ellos se sentían a salvo.  Al despedirse daban un fuerte apretón de manos, y se retiraban rápido, sin mirar a nadie, con falsa prisa.
            Otro grupo eran los informales.  Personajes alegres, despreocupados, rápidamente armaban grupo.  Se reían de todo.  Durante la entrevista respondían con facilidad, agregando algún chiste bienvenido.  Criaturas amigas de sí mismas, quizá un poco irresponsables, aunque dispuestas a hacer lo necesario.  El por si acaso valía la pena, con diferentes opciones de quehacer, no les importaban barrer la calle o dirigir una empresa.
            Hay una ambigüedad en la sabiduría popular.  No lo pienso como un aspecto negativo, ya que no pocas veces la ambigüedad es riqueza.  Allí donde la tensión de los extremos tiende a separarse en el pensamiento, en momentos es motivo de acercamiento en la vida real.  Por un lado decimos: “A quien madruga, Dios lo ayuda”, y por otro se dice “No por mucho madrugar amanece más temprano”.  Y es que así donde los extremos se tocan surge otro grupo de personajes, a los que podríamos llamar “viviente”.  Gente semiformal, pocas veces hablan con alguien, pero están atentos a los demás, se ríe de sus bromas y responde con naturalidad.  Casi pasa por tímido, lo que en el fondo es sólo rico en vida interior, donde se observan las experiencias vividas.  Tienen un fuerte apego a sus pensamientos y prefieren oír que hablar.
            Creo que en vez de gastar dinero con el cuento de casa de vidrio, fotografías al desnudo o casas estudio, supuestamente con un afán de investigación sociológica, o de contar historias, nada mejor que venir por estos lados y presentar lo tremendamente educativo que una fila de personas en busca de trabajo puede ser.  Como laboratorio social no se me ocurre nada mejor.
            Con todo el ajetreo de una actividad tan agotadora como es la de atender gente al extremo de la desesperación, el tiempo pasa tan rápido que no tienes ni un instante para pensar en el descanso o la comida.  No obstante, una pregunta iba tomando forma en mi conciencia ¿cómo se supone que estos dos amigos míos cumplirán las expectativas de tanta gente? ¿De qué manera podrán cumplir con el compromiso laboral de estas personas que han puesto en ellos su confianza? Y lo que me tenía todavía más intrigado ¿Qué podían estar ganando ellos, Carlos y Ruperto, de esto, ya que, por extensión, mi propio sueldo estaba unido al resultado de la aventura?
            Pues la respuesta no tardó.  Y por cierto no me asombró mucho considerando la característica de mis apreciados amigos.  Una vez terminado el día, ido por fin el último de los “clientes”, Carlos me llamó a uno de los escritorios para que pudiésemos servirnos algo de comer. 
            - ¡Uf! El día estuvo tremendo.  Dos días más como este y podemos dar por terminado el negocio.  Ruperto ¿ cómo ves el resultado?
- Brillante, mejor de lo esperado -Ruperto se hallaba en una pequeña habitación detrás de los escritorios que generalmente en estas oficinitas se usan de closet o como bodega- llena hasta el tope.
            Fruncí el ceño confundido y pregunté:
            - Hasta el tope ¿de qué?
            Carlos se incorporó en su silla y me miró con la pícara expresión que lo identifica.
            - Oye, hermanito, todo no es más que un esfuerzo samaritano por ayudar a estas pobres personas sin empleo, y sin imaginación, debo agregar.  Pues bien, tomamos algunos currículum vitae al azar, y los enviamos a las empresas que solicitan gente con características más o menos afín a las que allí se señalan. 
             - ¿Entonces no lo hacen con todos?
            - ¿Todos? Es imposible, la cesantía tiene una base real, la cosa está mala en “Chilito”.  En todo caso, ‘hacemos lo que podemos’.  No es lógico que todo el mundo consiga lo que quiere.  Les damos la sana sensación de que están haciendo algo por sus vidas.  Además la gente no tiene inventiva, ¿por qué no arman un buen negocio? ¡No! Esperan que otros se los dé. 
            - Es la mentalidad obrera del chilenito –agregó Ruperto.
            - No se trata de millones –prosiguió Carlos después de tomar un poco de té- sino de mantenerse con vida, cubriendo las necesidades básicas.  Súmale el problema que significa una población tan mal preparada, con tan baja autoestima, con aspiraciones ridículas en vez de ocasiones reales para un diario vivir.
            - Dice la Escritura: “Más vale pobreza tranquila que riqueza nerviosa.”
            - Amén.
            - Imagino entonces –inquirí- que detrás de todo esto, ustedes no sienten ni el más mínimo remordimiento.
            - Le damos a la gente lo que quiere.  Ruperto ya tiene algunas empresas que necesitan gente a las que les enviaremos los documentos.  Lo demás es obra de Dios.
            - Pero todavía no entiendo dónde ganan ustedes ¿cuál es la verdadera oportunidad de trabajo?
            Ruperto se puso de pie y me indicó la puerta de la bodeguita.
            - Ahí está el negocio.  Ven.
            Me acerqué hasta allí y la abrí.  Quedó al descubierto una tremenda, pero es que tremenda cantidad de expedientes..
            - Como ves, hermanito, -dijo Ruperto- miles de hojas con el nombre, vida y pretensiones de cientos de personas.  He ahí el negocio.
            Muy asombrado manifesté:
            - ¡Increíble! Ahora entiendo todo.  Estamos frente a una cantidad impresionante de información.  Toda esto no es más que mercancía de primera línea para casas de comercio, investigaciones de conducta, ensayos sicológicos, estadísticas que miden cesantía, educación, especialización.  Ya veo, es la fuente de la más rica calidad acerca del comportamiento errático o acertado de los chilenos.  Es la cueva de los cuarenta ladrones de toda tesis acerca del ser y no ser del ciudadano medio esta mole horrible y contaminada de nombre Santiago.  Lo confieso, amigos, ustedes son brillantes ¿cómo se les ocurrió esta formidable idea? Siendo este el objetivo de su “oportunidad de trabajo”, queda pues justificada en mucho la charada que han presentado.  ¿Por qué otra forma si no, a partir de lo que suponemos verdadero puede el ser humano comportarse como es? ¿Cómo si no, en un supuesto de experiencia real, nos mostramos con la sinceridad perfecta de nuestras personalidades sean estas altas o bajas? Se pasaron, los felicito.
            Cuando hube terminado mi discurso, sólo Carlos acertó a preguntar:
- ¿De qué demonios estás hablando?
            - ¿Estudio de qué? – agregó Ruperto.
            Algo confundido, aclaré:
            - De todo este material sociológico.
            Carlos consumió el último trozo de su sándwich, y me respondió:
            - Ruperto dijo claramente “Miles de hojas”.
            - Exacto –reafirmó Ruperto- miles de hojas.  Encontramos un lugar en Quilicura donde pagan a muy buen precio el kilo de suculento papel blanco.
            - Y aquí tenemos suficiente como para sobrevivir dos meses.         
            Y riendo ante mi asombro, se sirvieron otra taza de té.











2 comentarios:

  1. Como siempre sucede contigo, muy bien escrito tu cuento (los diálogos siempre resultan lo más difícil a la hora de escribir ficción, lo que haces de maravilla) y me sorprendió, pues no sabía para dónde iba la historia, hasta que terminó (pensé ibas a hablar del "Negocio", je). Por cierto...¿Cuándo vas a agregar la opción de "Seguidores"? Y en mi humilde opinión te vuelvo a recalcar que tu blog se vería más estético, si por cada entrada agregaras una imagen alusiva (¡Demasiado sobrio lo tienes!). Recuerda que las cosas entran por la vista, je. Hace rato que te tengo recomendado en mi Cubil.

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  2. Estimado Amigo:
    ¡Qué bueno que te pases por aquí, en estos momentos en que te hayas en recuperación! Gracias por tu opiniones que ya sabes que respeto mucho. Anda y mira si hay alguna otra cosa que te guste. Gracias otra vez por tu visita.

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