Acá les dejo otra historia de mis queridos amigos Carlos y Ruperto que hacen lo que sea para sacarle plata a los demás. La escribí poco tiempo después de "Oportunidad de Trabajo", espero que les guste.
VENTA DIRECTA
1
Uno puede quejarse de todo acerca de
mis queridos amigos Carlos y Ruperto, pero nunca de falta de imaginación. Esto terminé por convertirlo en un principio
fundamental del orden de las cosas, el día que me preguntaron si acaso estaba
dispuesto a ganarme algunos pesos en el negocio de la “Venta Directa”. Cuando les pregunté de qué se trataba
exactamente ellos me contestaron:
- Bueno, ya sabes, haces un convenio con una gran empresa, y tú le compras
algunos de sus productos que luego revendes a un precio más alto. Luego la empresa grande te paga un porcentaje
de acuerdo al nivel de tus ventas. Todos
ganan.
- ¿No es como comprar y revender, Carlos?
- Claro que no, porque tú eres algo así como un socio. Pagas una franquicia y de acuerdo a tu
volumen de venta ellos te dan algo así como una comisión. Además de tu ganancia por venta tienes la
platita extra que te da la empresa grande.
- Pues no está nada mal.
-Exacto, sólo que nosotros haremos algunas innovaciones al negocio. De la forma así como te la expuse ya está
saturado el mercado, pero como nosotros lo haremos te aseguro que no.
- La gente va perder su dinero ¿no
es así? –pregunté intrigado.
-¡En absoluto! De hecho tenemos un
tremendo producto que nos asegura la honorabilidad de todo este comercio.
- ¿Y la gran empresa?
- Ruperto estaría por llegar con las
novedades. Si todo nos resulta, mañana
mismo saldría nuestro aviso en el diario.
- No será algo así como lo de los
currículum vitae ¿verdad?
- ¡Claro que no! ¡Qué desconfiado,
amigo mío! Si quieres te...
Pero Carlos fue interrumpido por
Ruperto que muy acalorado llegaba con un traje formal, un maletín y dos
botellas en una bolsa con el logotipo de la botillería de la esquina. No había que ser mago para saber de qué se
trataba.
- ¡Hermanito! -dijo cuando me vio-
de saber que vendrías habría comprado una para ti. Pero en fin, aquí nos las repartimos entre
los tres. Hace un calor de mil infiernos
allá afuera.
No obstante Carlos lo presionó:
- Primero lo primero ¿dime cómo te
fue con la empresa? ¿Hará negocio?
Ruperto se apresuró a explicar los
resultados de su diligencia:
- Como yo lo veo, amigos, estamos
justo en tierra derecha. Me dijeron que
la idea era buena, legal y de bajísimo costo.
Lo que sí aclararon que debía, por lo menos, asegurarles un mínimo de
mil semanales por cada uno de nosotros, y ya que somos tres no habrá graves
dificultades. Nos pondrán a prueba un
mes y según los resultados estarían de acuerdo en proseguir con el
proyecto. Y como muestra de buena
voluntad nos facilitaron dos teléfonos celulares con los que podemos iniciar el
negocio de venta.
- ¡Cómo! – interrumpí- ¿Todo esto se
trata de vender equipos de telefonía móvil?
- ¡De ninguna manera! ¿Cómo se te
ocurre? ¿acaso desayunaste yeso o metiste los dedos en el enchufe? Mira, para
que salgas de dudas de una vez te diré exactamente cómo y qué vamos a
hacer. Siéntate aquí mientras traigo una
pizarra y Ruperto nos sirve algunos refrescante vasos de cerveza fría.
Carlos trajo una pizarra de acrílico
que colocó sobre una mesa y apoyó en la pared.
Ruperto, ya cambiado con prendas mucho más sueltas, nos ofreció a cada
uno una refrescante porción de cerveza, mientras el parafernálico Carlos se
preparaba para darme una detallada explicación de todo el entuerto al que me
estaban invitando a entrar.
- En realidad todo este negocio se
basa en la vieja fórmula de la oferta y la demanda. Nos publicitamos en la prensa con una novedad
muy útil para todos los hogares, sólo que nuestras ventas serán por
teléfono. La gente nos llamará, nos
preguntará, nosotros responderemos. Si
la gente quiere comprar pues concertamos una reunión y ya, si no pues será sólo
saliva gastada.
- Que siempre podrá ser recuperada
por este divino brebaje- acotó Ruperto levantando su vaso.
- El esfuerzo -prosiguió Carlos- estaría en hacer todo lo posible por
convencer al interesado que nuestro producto es el mejor. No importa cuanto tiempo te tardes en
ello.
- Pero la gente no querrá
comunicarse con nosotros a un celular, se gasta demasiado.
- Es parte del riesgo,
hermanito. Si no funciona no hemos
perdido más que algo de tiempo y saliva, que como ya dije, este brebaje puede
recuperar.
Fruncí el ceño. Hasta ahí me parecía correcto y no hallaba
dónde podía estar la treta o la falla.
Así que me apresuré a preguntar sin ambages:
- Bien, pero ahora ¿qué es lo que
vendemos? ¿de qué se trata este genial producto que podría hacer millonarios a
todos?
Carlos
sonrió después de servirse algo de su cerveza.
Parecía estar complacido por estar derribando poco a poco mis
objeciones, por demás muy razonables.
Claro que su respuesta me pareció totalmente descabellada:
- ¡Clavos de vidrio!
No sé qué cara puse pero debió ser
terrible por el esfuerzo sobrehumano que hicieron Carlos y Ruperto por hacerme
creer que dichos artilugios tenían una utilidad tan universal como los fósforos
o el lustra muebles. Pero es que me
sentí de pronto tan sacado del mundo real que no podía coordinar idea
alguna. No podía imaginar a nadie que
pudiera usar semejantes engranajes.
Salvo uno que otro joyero perdido en la galaxia, no veía ni el menor
asomo de utilidad para tan rebuscado como invendible producto.
Sólo recuerdo que con toda mi
incredulidad logré musitar:
- ¡Clavos de vidrio!
Y la sonrisa de Carlos y Ruperto me
aseguraba que había algo mucho más grande detrás de los...
- ... ¡Clavos de vidrio!...
2
Aunque tenga que confesarme
sorprendido, por el anuncio en la prensa llamó mucha gente. Jamás pensé que en Chile hubiera tanta
necesidad de ganancia, considerando que en los últimos años, según se dice,
estamos en la cúspide de las economías latinoamericanas. Como todos los avisos
de mis queridos amigos, el gancho era llamativo:
“Dinero
extra para todo tipo de persona con necesidades y deseos de superación. Negocio de Venta Directa de producto único en
Chile. Actividad realizable desde tu
propia casa. Llámanos al (09)
99..... , (09) 98... o al (09)97... “
Y por más que les dije a mis amigos que nadie llamaría a números
celulares por su alto costo, lo cierto es que sí llamó mucha, muchísima gente
en todo el mes que estuvimos trabajando con lo de la venta directa. Sólo que con un detalle en contra: cuando le
decíamos de qué se trataba nos colgaban de inmediato, salvo uno que otro caso
de gente que desea el producto y luego de vendido nos daba el dinero. Ahí nosotros le colgábamos.
Como botón de muestra voy a
transcribirles, más o menos, una de esas veces en que alguien se comunicó con
nosotros. Carlos y Ruperto me habían
dicho que el secreto estaba en hacer la conversación lo más larga posible; a
este procedimiento ellos le llamaban “crear la relación”. A mí me parecía una verdadera pérdida de
tiempo y en ocasiones una tremenda falta de respeto con quienes tenían la buena
voluntad de llamarnos. Además que dicha
estrategia no servía para nada. En un
solo día recibí como cien llamadas, las que luego se convirtieron en cien
rotundos “- No, gracias”. Esto me
deprimía mucho, pues suponía que la cosa era sólo conmigo. Pero no era así, a mis camaradas no les iba
mejor ni por asomo y, sin embargo...
¡ellos estaban felices!
Recuerdo que en la etapa del
entrenamiento, Carlos me hizo una demostración de cómo se supone que debía
“crear la relación”. Conectó el “manos
libres” de su móvil y nos ofreció una contundente exhibición de talento
comercial. Uno de los llamados más
representativos de todo este negocito fue más o menos así:
-¡Aló, hablo por lo del aviso en el
diario! –era una bella voz femenina.
- Muy buenas, espero que esté muy
bien. ¿Por cuál de todos los anuncios
nos habla? –estrategia muy burda para
darle mayor importancia a la “empresa”.
La voz de Carlos sonaba límpida, armoniosa, coronada con un pausado
fraseo que daba a cada vocablo algo así como el sentido exacto de la noción por
la que fue concebida.
- Pues por el de Venta Directa. Por favor dígame rápido de lo que se trata
porque ocupo el teléfono de un amigo, usted sabe.
- Sí, claro. Bueno antes que todo la felicito por
llamarnos ya que estamos seguros que nuestro producto beneficiará en mucho el
presupuesto de su familia.
- Sí, pero ¿de qué se trata?
- Al grano, eso me parece excelente
¿Conoce usted la Venta Directa? ¿Ha trabajado antes?
- Sí, vendiendo joyas.
- Imagino que se dio cuenta que ese
producto siendo muy vendible, no obstante está reducido a una sólo grupo de
compradores ¿Verdad?
- Sí, sí.
- ¡Las mujeres!
- Sí, sí -La ansiedad de la interlocutora estaba haciéndose notar
evidentemente.
- Pues con nosotros no será
así. Nuestro producto tiene la especial
ventaja de interesar tanto a damas como a caballeros ¿le parece eso
conveniente?
- Sí, sí, claro, pero apúrese
quiere.
- A eso voy. Nuestro producto está avalado por una de las
importadoras más prestigiosas de nuestro país lo que asegura tanto la calidad
como la cantidad en caso de un pedido de varias unidades. Por supuesto al distribuidor independiente,
como usted, se le asegura “Satisfacción Garantizada” o la devolución de su
dinero, de esta manera su venta estará coronada por una convicción y
tranquilidad que se reflejará en sus ojos.
Dígame ¿le parece todo esto conveniente?
- Sabe, mejor lo llamo otro día
porque ya no puedo abusar de la gentileza de mi amigo.
- No, no, espere. Aquí valoramos su tiempo y sus
limitaciones. Por lo mismo paso de
inmediato a contarle de lo que se trata.
- Pues ya era hora.
- Sólo responda a esta pregunta con
toda sinceridad ¿de verdad quiere ganar dinero?
- ¿Y para qué demonios cree que lo
estoy llamando? Mejor adiós.
- No cuelgue, escuche, nuestro
producto es...
- ¿Es qué? ¡Hable!
- ¡Es el mejor producto en su
ámbito! ¡Nadie podrá resistirse!
- Oye, imbécil, ¿Por qué no le haces
la fiesta a alguna mina que tenga el tiempo y la estupidez para escucharte?
¡Esto es una falta de respeto! ¡Voy a denunciarlos!
- ¿Pero por qué? Aún no le digo lo
que vendemos.
- Y por el amor de Dios, ¡¡¡QUE ES
LO QUE VENDES!!!
- El mejor de todos los productos...
o sea, ¡Clavos!
- ¡Qué cosa!
- ¡Clavos de vidrios! ¡Relucientes,
bellos y utilísimos clavos de vidrios!
¡Clic! ¡Tuuu, tuuuu, tuuuu, tuuu..
- La muy tonta colgó sin escuchar
sobre el descuento a mamás solteras, fijo que era una. Bueno, eso le pasa por impaciente.
Atónito ante semejante demostración
de ineptitud, me quedé mirando a Carlos quien entre sonrisa y satisfacción
preguntó a Ruperto:
- ¿Cuánto tardó en perder esta oportunidad la niñita esta?
- Como 8 minutos. No sé por qué
la gente está tan acelerada. Pero así y
todo creo que vamos progresando. Antes
no nos escuchaban ni dos minutos.
Nuestro poder de persuasión está creciendo cada vez más.
- Sólo la práctica hace al
maestro. ¡Oh, escucha, otro llamado! Es
tu turno, Ruperto.
Obviamente el resultado no fue ni remotamente
distinto.
3
Al mes de cumplido de nuestro
“brillante” negocio de Venta Directa con cero encargos, sin embargo, mis
queridos camaradas estaban radiantes, como si el bolsillo lo tuviesen llenos de
monedas de oro. Así que cuando me acerqué
a ellos para hacerles algunas recriminaciones sobre mi tiempo perdido ellos me
respondieron muy ufanos:
- Si todo sale bien, mañana
recibiremos un bonito cheque de nuestra empresa grande.
- ¡Pero si no hemos vendido nada!
–estuve a punto de gritar.
- ¡Oh, vamos hermanito, ya cálmate!
Tus cuentas serán pagadas con creces. Ya
verás como todo va a estar bien. Sólo
espérate hasta mañana.
Con
paciencia desesperada y confundida esperé hasta el otro día. No tuve ganas de llegar temprano así que me
aparecí como al medio día. Mi sorpresa
fue mayúscula cuando vi a Carlos y Ruperto celebrando con licor del bueno y su
tema de siempre en la radio: “...ha pasado mucho tiempo, mucho tiempo, desde
que te dejé llorando en la alameda…”.
- Te lo dije, hermanito –me dijo
Carlos- el plan resultó a las mil maravillas y tenemos trabajo como por algunos
3 meses más. Todo está en seguir
perfeccionando la técnica.
- Hasta que nos roben la idea o el
mismo socio, la empresa grande, nos joda de alguna manera legal y malagradecida.
- Ya sabes lo que dice la Escritura:
“Los labios del justo instruyen a muchos”
- Amén. Y a propósito aquí está tu parte.
Me entregaron un sobre con una
cantidad lo bastante buena como para mantenerme un par de meses con sanas
restricciones. Entre la tranquilidad y
la intranquilidad no pude más que preguntar esperando algunas de sus charadas
de siempre:
- Muy bien, estoy dispuesto a
escuchar la explicación de todo esto.
Siempre supe que lo del Venta Directa era una verdad a medias, que en el
caso de ustedes es algo así como una mentira completa. Sí, es cierto que me favorece mucho, pero es
que muchísimo este dinero, lo que quiero saber es por cuál de todas las razones
que no he podido pensar es que debo pedir perdón a Dios por mí y por
ustedes. Como yo lo veo, nada se
encargó, y el porcentaje de nada es nada ¿cómo es posible que una empresa les
cancelé algo por nada? Así que lo preguntaré sólo una vez ¿de dónde salió todo
este dinero?
Carlos puso típico rostro de
“maestro de la galaxia” que va a explicarle a una criatura inferior alguna
regla cósmica tan evidente que sorprende siquiera la pregunta por ella. A estas alturas, ya me había acostumbrado.
-
En primer lugar, nunca dijimos que el negocio estaba en vender los dichosos
clavos de vidrio.
- De hecho, -apuntó Ruperto- dichas leseras son irrelevantes. Para ser franco nunca he visto uno.
- En segundo lugar, tampoco creo
haberte dicho que la empresa grande nos pagaba por venta.
- Eso fue sólo una asociación
indebida de tu parte –volvió a escucharse Ruperto.
- Lo cierto es que el negocio está
aquí – y me mostró el celular que la bendita empresa les había entregado- Es
como uno de esos números de Tarot o consultas esotéricas, pero sin
recargo. Nuestra empresa grande es una
de las más grandes en la rubro de la telefonía, por cada llamada hecha a nuestros
móviles cobrábamos un porcentaje.
Algunas de estas compañías no saben cómo obligar a la gente a usar el
servicio, nosotros sólo les llevamos una idea.
Entonces entendí por qué lo latero
de sus conversaciones con los clientes; entendí la felicidad por cada rechazo;
y vislumbré en qué consistía la técnica de hacer que otro se mantuviera en
contacto.
Estaba viendo la luz cuando algo muy
conocido me desconcentró.
- Un cliente llamando. No hay que
hacerlo esperar.
Y mientras Ruperto cronometraba, Carlos ya decía:
- Aló, sí, ¿por cuál de todos nuestros avisos llama usted...
¡Pero qué cuento más entretenido! Desde un principio me intrigaba qué vendían estos sujetos y luego cuando remataste con la explicación de dónde venia el dinero de la paga...Fue genial. ¿Clavos de vidrio? Ello está a la altura de la campana de goma. Espero más cuentos de esta dupla de negociantes (algo) inescrupulosos.Por cierto...¿Te inspiraste de alguna manera en "El Club de los Negocios Raros" de Chesterton para escribirlos? ¿Algún tipo de homenaje? La labia de estos sujetos, y su empeño en ganar dinero de forma poca ortodoxa, me recordó a la especial sintaxis de cierto sujeto dickensiano, que bien ambos conocemos (solo voy a decir sus iniciales: Guil, o quizás Gil).
ResponderEliminarPues muchas gracias, nunca pensé que las chapuzas de mis viejos amigos, quienes de verdad existen aunque no esté actualmente en contacto con ellos, todavía divirtieran, lo que por cierto me complace mucho. Lo cierto es que tengo algunos cuentos más por ahí con ellos, y hasta el borrador de una novela corta que puedo compartir por entregas, pues la tengo sólo mecanografiada. En realidad hay cierta influencia de O'Henry con dos personajes geniales llamados "Los pícaros sentimentales" cuyos nombres son Jeff Peters y Andy Tucker, cuando conocí a Carlos y Ruperto (que otros son sus nombres reales, pero cuando supieron que escribía sobre sus andanzas, me sugieron los que acá uso) no pude dejar de ver la versión chilensis de los personajes del autor de "El Regalo de los Reyes Magos". Recomiendo el cuento Mascarada Estival, que hay que leerlo hasta el final para reírse. Gracias por tus comentarios y estaremos prontos a subir algo de estos dos locos de remate. Gracias.
ResponderEliminarQuerido Astarajael
ResponderEliminarHe leído su cuento con especial emoción y noto ese juego de intrigas que existen entre esos dos seres sin mucho escrúpulos por obtener ganancias, el juego de diálogos que se presentan entre ambos y finalmente esa inmoralidad existente, que los protagonista presentan como algo bueno o por lo menos neutro, hace del relato algo emocionante. Creo que tiene claramente una influencia de Borges, como el "Jardín de los Senderos que se Bifurcan", la temática es diferente, el juego intriga es la misma.
mis felicitaciones, aun que creo que no debe hacer una serie de este cuento, no caiga en esas ideas de la mala literatura norteamericana, donde los escritores les pagan por palabras y no por obra.
"El agua de la vida"