HOMENAJE
Te conocí a principios de un otoño
En las pálidas aulas de alto techo
De mi viejo “
Barros Borgoño”
Cuando una pérdida
me hería el pecho.
¡Qué impresión me
dieron esos maestros!
¡Darío, de
la Vega, Garcilazo!
¡Cómo tan precisos! ¡Cómo tan diestros!
Me perdí por
siempre en tu noble abrazo.
Ya no pude más
que ceder
Al deseo insaciable de saber
Cuál era de tu estructura el secreto.
Y aunque nunca logré dominarte
Como aprendiz de
tu exigente arte
Este
homenaje te rindo, Soneto.
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